Viaje sorpresa a Laponia

Apenas han pasado unas horas desde que nos atragantamos con las 12 uvas. Despierto a mi mujer, que sorprendida por la hora, me suelta un escueto “ ¿ya ?.

Nos duchamos, y ultimando nuestros respectivos equipajes, digo a mi mujer que lleve ropa “multicapa”, desde el bikini ( recordando las saunas compartidas ) hasta el anorak por si “refresca” por las noches…

Llegamos al aeropuerto de Barajas, y le pido a mi mujer que que se aleje unos metros para que no vea el destino en el mostrador. La incertidumbre acentúa su emoción ¡!!

Una vez en Helsinki donde pasamos los ratos muertos viendo tiendas, bromeo con mi mujer sobre posibles destinos: Canadá, San Petersburgo, Polo Norte… me muero de la risa, y me dice que no me cree nada… Vamos por buen camino. Hacemos cola en la puerta de embarque con destino “Ivalo”, lo cual aumenta aun más su incertidumbre; ¿ Ivalo?, ¿ dónde diantres está Ivalo???. Aaaaaaaaaaaaaahhhhhhhh, ya verás. 😉

Aterrizamos en Ivalo, supuestamente el aeropuerto más septentrional de Europa, con la pista de aterrizaje totalmente cubierta de nieve con sal. Impresionante. Nada más salir del avión, empezamos a notar el frío polar y la sequedad de su ambiente. Y del paisaje que rodea al aeropuerto, ni te cuento. Aun nos queda mucho por ver…

Entramos a lo que es el hall del aeropuerto, minúsculo por cierto, con un decorado típico de madera y algún que otro animal que creo disecado. No veo imágenes de Santa Claus, lo cual me alegro porque es una tradición que no comparto en detrimento de nuestros queridos Melchor, Gaspar y Baltasar.

Una vez con las maletas en mano, nos vinieron a buscar un minibús del hotel; de camino al mismo, la oscuridad característica de la zona nos embarga, pero lo que más nos sorprende es cómo los coches circulan tan bien por el asfalto totalmente cubierto de nieve, alcanzando velocidades de 100 y 120 km/h aun sabiendo que las ruedas vienen preparadas con un sistema de agarre a través de “chichetas”. Increíble. Nos quedamos anonadados con las pocas casitas de madera que se ven durante el trayecto, y pensamos que ojalá tuviéramos una… A por la lotería del niño !!!

Llegamos al hotel ( kakslauttanen ), un complejo formado por cabañas de madera e iglús, impresionante, jamás vimos nada igual. Todo rodeado de nieve, trineos… Llegamos con el tiempo justo para cenar, así que no pudimos ver nuestra casa hasta que no terminamos de cenar. Por cierto, la cena… intuí que la comida nórdica no tenía mucho que envidiar a la mediterránea, pero el salmón está buenísimo. Y la cerveza.

Por fin pudimos ir a la casa, que era la denominada “traditional house”; al principio nos impactó un poco, porque era tal cual lo dice el nombre: tradicional; con elementos decorativos tradicionales, chimenea, muebles antiguos… Lo único moderno, la sauna. Esta noche, descansamos fantásticamente bien sin ningún ruido, y con una paz y una tranquilidad abrumadora. Buenas noches.

LUNES 2 ENERO. – 6ºC, hace “buen tiempo”.

Amanecimos temprano, aunque aun de noche ( en invierno el sol sale hacia las 10 de la mañana para esconderse de nuevo hacia las 13h ) ya que habíamos contratado una excursión, trineo tirado por huskies.

Desayunamos de buffet, y rápidamente nos preparamos sin olvidarnos de cualquier complemento que nos proteja del frío. Nos recogieron y de ahí nos fuimos a las instalaciones de la empresa que organiza la excursión. Lo primero que hicieron, fue darnos ropa térmica especializada para la actividad: mono, calcetines, botas y guantes. Los guantes los rechazamos porque ya llevábamos unos de muy buena calidad y porque… nos dio un poco de asquete. Recibimos una pequeña clase básica de manejo del trineo en inglés y enseguida partimos en fila india.

Parece ser que nos dieron un trineo tirado por perros que parecían posesos. Se llevaban fatal entre ellos, y no veas cómo tiraban. Cada dos por tres tenía que darle al freno porque si no, alcanzaban con suma facilidad a los que iban delante. El paseo duró algo más de una hora, y os puedo asegurar que ha sido una de las experiencias más maravillosas que hayamos vivido. Ojo, hay que sudar y correr un poco… que a los perros hay que ayudarles en las cuestas arriba sobre todo. Al terminar, nos ofrecieron un té y café con bollitos típicos que contienen canela, y nos recordó a los que compramos en el Ikea. El lugar donde tomamos el piscolabis, chulísimo; una especie de cabaña con fuego central. Después de recuperar fuerzas, regresamos al hotel y nos dimos un paseo por el complejo para ver de cerca los iglús y las cabañas, pero hacia tantísimo frío ( para mi, que no estábamos adaptados aun ) que nos volvimos a la casa, sesión de sauna y a relajarnos un poco.

Por la tarde cenamos pronto y nos quedamos un rato pero después de tantas horas de oscuridad, el cuerpo nos pedía dormir y nos acostamos prontísimo.

MARTES 3 ENERO. -8º C

Otro día más que nos levantamos pronto, desayunamos y de ahí a la segunda excursión: motonieve por las 3 colinas de Saariselka, con Wild North ( por cierto, una empresa altamente recomendable ). Nos vinieron a buscar y de ahí a las oficinas de Wild North en Saariselka, donde nos dieron de nuevo la equipación, bastante similar a la de los perros, pero más moderno, y nos explicaron todo. El jefe, Henri si mal no recuerdo, se portó con nosotros de maravilla.

Durante dos horas aproximadas que duró la excursión, pudimos conocer las colinas, disfrutar del paisaje, la nieve y cómo no, experimentar el frío polar. Al llegar a la última colina, nos dieron un zumo calentito de frutos rojos, que nos sentó muy bien y vuelta al pueblo. Me encantó la experiencia, y eso que soy motero, pero me quedo con la de los perros…

Como teníamos toda la tarde por delante, nos dimos un paseo por el pueblo, en el que vimos tiendas y compramos unos cuantos souvenirs para la familia. Nos tomamos un cafelito en un restaurante precioso, de diseño, donde pudimos comprobar que tenía numerosos premios gastronómicos y con cierto reconocimiento nacional.

Regresamos al hotel en el ski bus, y de ahí, directos a la sauna. Nuestros cuerpos lo reclamaban. Cena y a dormir… otra noche sin poder ver las Auroras Boreales. Mala cosa pero con la satisfacción de haber disfrutado un estupendo día.

MIERCOLES 4 ENERO – 9 º C

Como los anteriores días, madrugamos como de costumbre pero esta vez sin excursión contratada, que aprovechamos para hacer lo que no pudimos el primer día: conocer el complejo ahora que teníamos el cuerpo más aclimatado. Despues, decidimos coger el ski bus para irnos a la pista de esquí y de ahí, bajar en trineo por un, lo que ellos llaman, tobogán. Impresionante experiencia !!!!, y gratis. No nos informaron de que había que llevar un trineo, pero menos mal que vimos uno abandonado que debió de ser de alguien que se acojonaría al ver el descenso y daría media vuelta dejando el trineo. Bajamos los dos en un trineo, imagináos, con el peso de los dos y la inercia, la velocidad a la que bajaríamos… tuvimos que recurrir varias veces a la fuerza de nuestras 4 piernas para frenar el trineo, porque si no, nos estamparíamos con suma facilidad contra cualquier otra persona e incluso salir volando del tobogán. De risa. 1200 metros de descenso.

Nos dimos otra vuelta por el pueblo, visitando tiendas de ropa de montaña y de ahí, ski bus al hotel, sauna, cena y… no nos hemos ido a casa!!! Nos quedamos en el piano bar, tomándonos una copa ya que era nuestra última noche y había que apurar.

Despues nos fuimos a casa a preparar las maletas para el dia siguiente, y antes de dormir, otra sesión de sauna…

JUEVES 5 ENERO – 14ºC.

Como es el día más triste, creo que sobran detalles. Regresamos a Madrid con la pena de no haber visto las Auroras Boreales pero tremendamente felices de haber conocido una belleza que es Laponia.

Por: David Sánchez.
Calificación del viaje: 5/5.
Época: Noche Vieja.
Tipo de viaje: Viaje de novios.
Destinos: Saariselkä .
Tipo de estancia: Alojamiento en Hotel, Multiactividad.
Organizado por: El blog de Finlandia
Hotel : Kakslauttanen Puntuación: 5/5.